Publicado en la revista ilustrada de Nueva York, Estados
Unidos, Nuestra América, México el 30de enero de 1891
Se analiza viendo cada uno de las cosas magnificantes que
puede existir en Nuestra América titulada por José Martí, donde se nos quedara
algo breve de esta interesante historia.
Creo el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea,
con tal que el quedara alcalde, o le mortifique al rival que le quieto a la
novia. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo en la cabeza, sino
con las armas en la almohada como los valores de Juan de Castellano, las armas
del juicio, que vencen a las otras trincheras de ideas valen más que trincheras
de piedra. Una idea energética, flameada a tiempo ante el mundo como la bandera
mística del juicio final, las deudas del honor no las cobra el honrado en
dinero a tanto por la bofetada: los que tienen fe en su tierra son hombres de
siete meses porque le falta el valor a ellos, se los niega a los demás.
La incapacidad no esta en el país naciente, que pide formas que
se le acomoden y grandeza útil, con una frase de Sieyes, no se desestanca la
sangre cuajada de la raza India. El gobierno ha de nacer del país, la forma de
gobierno ha de venirse a la constitución propia del país.
El hombre natural es bueno y acata y premia la inteligencia
superior por esta conformidad con los elementos naturales desdeñados han subido
los tiranos de América al poder: han caído en cuantos le hicieron traición. En
pueblos compuestos de elementos cultos e incultos, los incultos gobernaran por
su hábito de agredir y resolver las dudas con su mano, allí donde los cultos no
aprendan el arte del gobierno. En la carrera de la política habría de negarse
la entrada a los que desconocen los rudimentos de la política, los políticos
nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Como al hombre le es más
fácil morir con honra que pensar con orden como gobernar, con los sentimientos
exaltados y unánimes es más hacerlo que dirigir después de la pelea. El
problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de
espíritu.
Pero estos países se salvaran como anunció Rivadeneira el
argentino, el que peco de finura en tiempos crudos al machete no le va vaina de
sedar ni el país, estos países se salvaran
porque con el genio de la moderación que parece imperar, por la armonía
serena de la naturaleza. El genio hubiera estado en hermanar con la caridad del
corazón y con el atrevimiento de los fundadores la vincha y la toga en
desatacar al indio en ir haciendo lado al negro, en ajustar la libertad al
cuerpo de lo que alcanzaron y vencieron por ella. El general sujeta en la
marcha la caballería al paso de los infantes o se deja a la zaga a los
infantes, le envuelve al enemigo la caballería. La América trabajadora, del
bravo a Magallanes, las naciones románticas del continente y por las islas
dolorosas del mar, la semilla de América Nueva.
Luisa Orrala M.
Jonathan Castro R
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